Otoño

 
Ella barre la vereda todos los días.
A la mañana y a la tarde, antes de que oscurezca y después de que las luces del alumbrado público decidan ayudarla en su tarea diaria.
Hojas secas, amarillas. De las que llenan la calle pegándose al piso si llueve o volando incansables si el viento seco del otoño se encapricha en llevárselas.
Ella barre y la vida parece pasar por esa escoba.
En pantuflas gastadas hacia fuera, medias gruesas oscuras, una pollera de paño y el saquito de siempre, prendido solo hasta el penúltimo botón, sale con su escoba plástica y empieza. Temprano.
Mientras espero el colectivo hacia el trabajo, el saludo acostumbrado... un –hola, cómo le va? Lo curioso es que las dos decimos lo mismo casi al mismo tiempo,  y yo no entiendo qué sentido tiene. Jamás pasamos de esa conversación. Y al terminar mis palabras, miro al horizonte, nada lejano, hasta la cuadra siguiente para ver si llega mi colectivo y me salva del silencio mortal de la no charla. Y ella, ensimismada en su mundo amarillo de hojas a barrer, retoma su ritmo inmediatamente.
Cabe aclarar que no sólo barre, sino que sale con una palita plástica y las levanta, depositándolas cuidadosamente en el contenedor de la basura, como para que no tapen el drenaje ni se vuelvan a volar eventualmente. El trabajo es completo.
Un día, después del clásico saludo, y viendo que el 128 no llegaba, no sé porqué decidí agregar: – qué frío que hace, no?.
Resultó que la señora, además, es sorda. Así que los próximos minutos los pasé repitiendo una y otra vez aquella estúpida frase, que estúpidamente se me ocurrió decir. Hasta que el ómnibus salvador llegó y rápidamente, luego de hacerle señas, me subí.
Ella sale todas las mañanas a barrer la vereda. Debe ser más joven de lo que aparenta, y su cuerpo delgado… y el cabello con algunos ruleros marcando el flequillo… más las pantuflas con las que también hace las compras... cualquier detalle la convierte en un personaje fantástico. Ella barre la vereda. Todas las mañanas quita las hojas que el otoño ya le robó a los árboles.
Y a veces me pregunto... qué hará esta mujer en verano?

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